El Banc Sabadell en manos del BBVA: La ópera, la Simfònica y el patrimonio textil están en el alero

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No hay otra reacción, de momento, que el silencio. Pero la absorción del Banc Sabadell por parte del BBVA afectará a tres de las instituciones culturales sabadellenses con mayor nivel y proyección: Amics de l’Òpera, Orquestra Simfònica del Vallès y la Col·lecció Tèxtil Antoni de Montpalau, el mayor y mejor fondo privado de moda e indumentaria en España, con más de 10 000 piezas entre las cuales destacan obras de gran parte de los diseñadores más relevantes. Su creador y director es el sabadellense Josep Casamartina, historiador del arte.

El Banc Sabadell, asimismo, es el patrón principal, por su contribución a los respectivos presupuestos anuales, de la Fundació Bosch i Cardellach, la institución académica local, y de la Fundació Ars, con sede también en la ciudad, muy activa en el estudio y difusión de arte y literatura contemporaneas así como en debates en torno a filosofía, sociología o medio ambiente. Ello no obstante, y de modo más general, en la actividad de la Fundació Banc Sabadell destacan sus convocatorias de premios y becas a jóvenes científicos y creadores.

El impacto, en y para la ciudad, de la absorción bancaria ahora en plena fase de negociación, es bien considerable dada la importancia de dichas instituciones. En Sabadell solo las superaría, si acaso, el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont, centro de investigación en la élite de su especialidad, vinculado a la Universitat Autònoma de Barcelona, en cuyo campus tiene la sede principal aunque mantiene su edificio fundacional en Sabadell, y la Agrupació Astronómica Sabadell, que con su millar de socios es la mayor y más activa en España.

De momento, ni el Banc Sabadell ni las instituciones culturales afectadas no han efectuado ningún tipo de manifestaciones sobre los eventuales efectos de la absorción por parte del BBVA en este medio cultural. Ni siquiera el diario local en papel, como tampoco la municipal Ràdio Sabadell u otros digitales han hecho noticia del tema. El silencio se puede explicar, en parte al menos, por el orden de prioridades establecido en la negociación. Priman, y más en este momento, los aspectos financieros, antes que las derivadas culturales o sociales.

Caixa Sabadell, espejo falso y fatal

Las entidades más directamente afectadas y con ellas Sabadell como ciudad, incluidos los partidos consistoriales o el Ayuntamiento como tal, que tampoco ha insinuado ni siquiera el tema, aparecen de momento a la expectativa, a la espera que el Banc Sabadell y el BBVA si fuera el caso se pronuncien. Pero los temores, por lo demás libres, existen y se perciben; tanto más cuando en la ciudad pesa, y mucho, el antecedente de la absorción, también por parte del BBVA de la antigua Caixa Sabadell, en tiempos la otra institución financiera local.

Las diferencias entre ambos casos resultan, sin embargo, notorias y evidentes. Pese a ser una caja de ahorros, obligada a dedicar sus beneficios a obras culturales y sociales, la de Sabadell abandonó en sus últimos tiempos cualquier cosa equiparable a una institución de base, bien fuera en las artes, el conocimiento científico o el humanístico. Cerrada su histórica biblioteca, que en parte legó a la Fundació Bosch i Cardellach, se centró en el patrocinio ocasional de actividades a menudo muy menores, a cargo de otras entidades.

De la Obra Cultural de la antigua Caixa de Sabadell queda, sobre todo, un gran patrimonio inmobiliario sin apenas valor en el mercado y, en cambio, con grandes costes fijos en el simple mantenimiento, lo cual pesa como una amenaza sobre la Fundació Antiga Caixa de Sabadell, su legataria, y en última instancia la Generalitat, garante de tutelarla. Ante la compra por un euro simbólico del negocio bancario, el BBVA se comprometió a alquilar durante un tiempo, ya vencido, parte de este patrimonio. No hubo ni ha quedado más.

El Banc Sabadell, en cambio, nunca ha presumido de “obra cultural“, entre otras razones porque, como banco, tampoco está obligado a ello. Pero, muy en especial desde que Josep Oliu, el actual presidente, se puso al frente de la entidad, ha impulsado y sostenido grandes activos culturales de la ciudad, como bien demuestran los ejemplos citados. A la vista de los mismos, da para imaginar, y emocionarse, con lo que hubiera significado tener a Oliu como concejal de Cultura. La Ópera, la Simfònica y el patrimonio téxtil tienen valor estratégico.

Disponer de una orquesta estable con sede en la ciudad y con temporadas tanto de ópera como de música sinfónica es algo que, en Catalunya, sólo se da en Barcelona, con la OBC de la Generalitat y el Gran Teatre del Liceu con su orquesta y sus producciones. Y mirando al Sur de Francia por no ir más lejos, esta oferta se reduce allí a sus grandes capitales regionales, como Burdeos, Toulouse o Montpellier. En Narbona, justo en el nivel inferior, no hay más óperas que la proyectadas sobre pantallas, como en los cines Imperial en Sabadell.

Y en Sabadell, con el apoyo fundamental del Banc Sabadell hasta ahora, a la actividad se le suma una considerable dinámica. Del Palau de la Música, caso de la Orquestra Simfònica, a la decena de poblaciones catalanas que programan óperas producidas en Sabadell, hay una demanda y por tanto un mercado. Si ambas iniciativas, locales en sus orígenes, sobreviven al dictado de los mercados financieros y sus autoridades sobre el Banc Sabadell, será gracias a estos públicos y a lo público, a quienes se debe la actividad cultural en lo más básico.

La “obra cultural” de Josep Oliu

Sin conciertos, orquestas ni funciones de ópera, los grandes conservatorios tampoco tendrían sentido. Lo mismo sucede con los museos y la creación artística. En este otro campo, precisamente, se encuentra la Col·lecció Tèxtil Antoni de Montpalau, con vocación y capacidad para servir más que de embrión para el anhelado Museo Textil y de la Moda en Sabadell. Pero mientras el Ayuntamiento y otros entes locales lo tratan con notorio y absoluto desprecio, sus fondos y producciones se pasean por muchos de los mejores museos de arte o moda en España.

La lista de los museos que vienen acogiendo obras y exposiciones producidas desde Sabadell por la Col·lecció Tèxtil Antoni de Montpalau es ya tan notable como los clamorosos éxitos de público y difusión que suelen acompañarlas. Ha sucedido en el Thyssen Bornemisza o en el Museo del Traje de Madrid, el Museu d’Història de Catalunya , la Fundació Palau, el de Arte de Mallorca, o el Balenciaga de Guetaria o, con el patrocinio del Banc Sabadell, el Palau Robert de Barcelona o las salas del que fue Banco Herrero en Oviedo. Y en Sabadell no, claro está.

¿Qué sera de Sabadell, de mucho de lo mejor en sus activos culturales, si el BBVA acaba por absorver al Banc Sabadell? La respuesta la tienen ahora, antes que nadie más, los consejos de administración de ambas entidades, abocados estos días a la negociación de la llamada “due dilligencie”. Y ello, más que atenuar la inquietud la agrava. Puede servir de consuelo, o de motivo de confianza, el hecho que este patrimonio cultural sabadellense debe mucho a la iniciativa personal de Josep Oliu, y es de suponer que vele por ella en lo que bien pueda.

Capítulo aparte sería el de la en tiempos célebre Col·lecció d’Art Catalàdel Banc Sabadell, que se formó antes de la llegada de Josep Oliu a la presidencia. Su relieve es bastante menor al de instituciones como Amics de l’Òpera o la Orquestra Simfònica y, también en términos de mercado, su importancia se ha devaluado ostensiblemente no sólo a causa de las crisis. Pese a que cuenta con obras notables, abunda en autores meramente locales y a menudo de bajo nivel, al límite del amateurismo y los concursos de pintura rápida que el banco patrocinaba.

Mientras, más como una creación de nueva planta que como continuación de la anterior, el Banc Sabadell bajo la presidencia de Josep Oliu amplía continuamente otra colección específica, dedicada al arte contemporaneo, en la que destacan obras de Eduardo Chillida, Equipo Crónica, Joan Brossa, Jaume Plensa o Luis Feito entre muchos otros. También es muy atenta al arte sabadellense, De Alfons Borrell a Antoni Marqués o Oriol Vilapuig, jóvenes como Llorenç Ugas o figuras tan singulares como Dante Rios. En la web corporativa de la Fundació Banc Sabadell no faltan noticias sobre la difusión de piezas del fondo en museos y centros de arte, no solo en España

Sabadell se juega mucho más, caso que el nombre de la ciudad deje de existir como marca bancaria. Sin su banco, Sabadell perderá fortaleza y virtualidad en tanto que ciudad. Razón de más para que los interlocutores o agentes ciudadanos, y entre ellos el Ayuntamiento, tomen posiciones y, con la más propicia oportunidad, se manifiesten. Al Banc Sabadell, la ciudad le debe agradecimiento y la mayor solidaridad para que sus aportaciones, también en la economía, la creación de riqueza y empleos, nunca acaben siendo en vano.

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