Asistimos a una lamentable farsa parlamentaria. Los debates parlamentarios se han convertido, de un tiempo a esta parte, en una auténtica estafa para los ciudadanos españoles.

Los políticos, en lugar de debatir acerca de los problemas reales que aquejan a los ciudadanos, se han instalado en la estrategia de una visceral confrontación. No cesan de proferirse insultos, amenazas, descalificaciones personales, en la cámara de representantes y con salidas de tono ministeriales en la redes sociales.

Sistemáticamente incumplen los deberes para los que fueron elegidos en las urnas.

Asistimos a niveles esperpénticos en unas desaforadas intervenciones públicas.

Definitivamente, la estrategia de la confrontación se ha apropiado del debate político.

Se valen de portavoces toscos, chabacanos, agresivos, en una escalada de tensión, incluso salpicada de guiños matoniles, que agita la polarización simétrica o ,como se ha bautizado, asimétrica, alejando cada vez más a la ciudadanía de la clase política, aumentando la desafección del electorado con el arma arrojadiza recurrente del consabido “y tú más”, poniéndose en la boca de la palabrería el socorrido y desgastado “tolerancia cero” ante la viscosa y alargada corrupción para esconder sus propias vergüenzas.

La culminación de ese visceral frentismo viene de la mano de las comisiones de investigación en el Parlamento Español que contribuirán a aumentar la crispación y el enfrentamiento político para atacar sin piedad al adversario político, aprovechando la mayoría parlamentaria en cada Cámara de Representantes ,en medio de la ciénaga de la pestilente corrupción de los listillos de turno que sacaron repugnante partida de la ausencia de control y rigor en la contratación de las mascarillas por la situación de emergencia sanitaria ,dando pábulo a que se hiciesen ricos, con indignos pelotazos, al pairo de tráfico de influencias y suculentas comisiones ilegales.

En suma, comisiones de investigación polarizantes en las que realmente nada se llega a investigar, sino que sirven para que se viertan ataques personales y acusaciones difíciles de acreditar en paralelo a la investigación judicial, en lugar de dejar trabajar a la Justicia con tranquilidad, en vez de instrumentar una suerte de juicios sumarisímos, al socaire de la impunidad parlamentaria ,sin otra finalidad que vilipendiar y calumniar al contrincante con el pretendido propósito de tratar de obtener réditos electorales .Grotesco y lamentable.

José María Torras Coll

Sabadell

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