Nos comunicamos y trabajamos cada vez más en entornos digitales. El ciberdelincuente está siempre al acecho.

Los datos son elocuentes. Uno de cada cinco delitos se cometen mediante procedimientos vinculados con la ciberdelincuencia. El crimen cibernético supera el 1% del PIB mundial.

La ciberdelincuencia es agresiva y sofisticada, emplea la inteligencia artificial para los ataques que afectan a particulares y a empresas vulnerables.

En el anonimato y agazapado en la red, el ciberdelincuente, se procura la impunidad.

Los ataques afectan a la integridad de los datos, a ficheros, a la confidencialidad, perturba la continuidad del servicio, daña o corrompe los equipos informáticos, incide en el desenvolvimiento, la continuidad y productividad de la empresa u organización, roban las contraseñas, los datos personales almacenados, la información de la compañía, la propiedad intelectual, dañan la imagen pública de la empresa.

Por ello, debe tomarse conciencia y sensibilizarse acerca de la prioridad en invertir en ciberseguridad.

Es fundamental prevenir con auditorías informáticas, impartiendo formación específica a los directivos y empleados. Implementar planes de reacción y de contingencia.

No cabe duda que la ciberseguridad no debe entenderse como un gasto, sino como una inversión indispensable, como un valor añadido esencial en cualquier organización para afrontar con éxito el desafío del latente ciberataque.

José María Torras Coll

Sabadell