Casa con dos puertas difícil es de guardar, así reza en una de las comedias de Pedro Calderón de la Barca.

En el caso presente la casa con dos puertas es el edificio de sindicatos, y se nos queja una amable cuidadora sudamericana, con la certeza y bien hablar que carácteriza a nuestros hermanos del otro lado del charco, que no es conforme a razón que la entrada principal de los sindicatos en plena Rambla con grandes aceras, tenga una rampa adaptada a la legislación sobre eliminación de barreras arquitectónicas, mientras que al girar en calle Lacy, con la acera más bien estrecha para una calle tan transitada, haya que sortear esos tres peldaños que asemejan en todo a los estrados de un templo romano, construcciones de una época en que se deconocía eso que que hay personas que van en silla de ruedas empujadas por sus cuidadoras.

Normalmente las personas jóvenes y sanas no echan cuenta de que unos pocos centímetros de más, que para elllos es algo imperceptible, para otras personas tales pocos centímetros de más se convierten en una montaña, en un obstáculo infranqueable.

Es por ello que desde aquí hacemos un llamamiento a quien corresponda, que está muy bien eso de predicar contra las barreras arquitectónicas pero que mucho mejor estaría eliminarlas en la medida de lo posible, máxime en este caso en que se trata de un edificio público y que, sin duda, a día de hoy tales estrados y ocupación de la vía pública llamada acera, están fuera de todo ordenamiento.

Por Redacció