Apasionado, impetuoso y efusivo, Luis Rubiales, Presidente de la Federación Española de Fútbol, prevaliéndose de su condición, le propinó a la delantera, Jennifer Hermoso, un beso en la boca, en los labios, inconsentido, cogiéndole la cabeza con ambas manos.

No puede invadirse el espacio de indemnidad de una mujer sin su consentimiento. No mantuvo la compostura.

Esa penosa actuación del sujeto estaba integrada en el beso robado que realizó en su acción de atacar la indemnidad sexual de la víctima. Ello podría ser constitutivo de un delito de abuso sexual para cuya persecución de precisa la denuncia previa de la persona agraviada u ofendida. Ahora bien, conforme al art. 23 de la LOPJ la jurisdicción española, al haber acaecido los hechos en Sídney (Australia), no sería competente para conocer de los hechos, pues correspondería a las autoridades de aquél lugar.

Tras una ola de críticas recibidas, en un primer momento, Rubiales, reaccionó con cajas destempladas e improperios, y, después, de forma displicente, se vio forzado a recapacitar pidiendo disculpas a regañadientes.

Fue un lamentable episodio que empañó el éxito, la celebración de la victoria de la selección femenina de fútbol. Un triste protagonista.

Un comportamiento de lo más deleznable, sexista, propio de un desatado Presidente prepotente.

El ínclito personaje, eufórico, entusiasmado, en el palco de autoridades, llevó su mano para agarrarse, que no acomodarse, sus partes más nobles, haciéndolo a la vista de todo el mundo, con alarde y ostentación, a escasos metros de la Reina, de forma soez y ostensible, vanagloriándose de sus gónadas, con proyección y viralización  mundial.

Una actitud del todo repudiable, grosera, obscena e impropia de un mandatario.

Censurable también el comportamiento de algún que otro periodista y tertuliano de una cadena de radio que le rió las gracias al personaje chulesco y machista para mayor escarnio, emborronando, si cabe, la crónica de una gesta histórica.

Lo razonable, ante tan indigno comportamiento , sería su inmediata destitución, ya que no parece que vaya a dimitir.

José María Torras Coll

Sabadell