Para los papanatas que tanto se han escandalizado por un simple gesto fruto de la emoción contenida después de la victoria tras el estrés del partido, ella en el campo y él en el palco (seguramente mordiéndose las uñas), los aficionados al futbol, sobre todo los argentinos, desde Maradona, hasta Ricardo Darín o Vigo Mortensen, les dirán que el futbol es pasión, es alegría, es sufrimiento, es emoción. Todos hemos visto celebraciones en el futbol masculino en que se abrazan, se besan e incluso a veces les hemos visto hasta pellizcarse el culo o sus partes. Y no, no son homosexuales ni unos salidos, simplemente están dando rienda suelta a su alegría contenida. A otros les da por llorar y no pueden hablar por la emoción.

El gesto en sí es inapropiado,  es más,  venimos de un periodo en que estaba estigmatizado el más mínimo contacto corporal, hemos pasado de evitar estrechar la mano sustituyéndolo por «un choque de codo» a la vuelta a «los dos besos» y como en este caso al «pico». El gesto es inapropiado pero se le ha dado excesiva importancia.

Actualmente se saluda a una mujer con «dos besos», mientras que al hombre se le da la mano. Cuando yo era joven era impensable darle dos besos a alguien que te acababan de presentar, en su lugar se estrechaba la mano. Esos dos besos  inocentes  que se dan a una mujer molestaron mucho a Angela Merkel cuando se los plantó Sarkozy. Esa efusividad no es propia de los sajones.

Cuestón de culturas, pues me viene a la memoria el besazo en la boca que solía plantar Breznev en las escalerillas del avión a cualquier dignatario extranjero nada más pisar suelo soviético. Breznev no era muy atractivo, cejas pobladas como la tundra siberiana, labios gruesos, viejo y con pinta de baboso. Para un dignatario occidental no debía ser agradable aquella costumbre rusa,  más de uno quedaría traumatizado de por vida. Yo creo que algún presidente americano no se presentó a la reelección solo por no volver a ser besado por Breznev.

Entonces, ¿qué pasa, nos hemos vuelto más cariñosos por esta nueva costumbre de los «dos besos»?, al contrario, la sociedad se ha vuelto más fría. Antaño, era muy normal ver a dos amigos abrazarse al encontrarse o al despedirse. Incluso era normal que dos amigos íntimos o dos viejos compañeros  caminaran por la calle abrazados del hombro. Hoy día haces eso y «sois una pareja gay», porque aunque no lo parezca actualmente prima el mantenimiento de las distancias entre desconocidos y si se estrechan ya tiene una connotación sexual. La sociedad es más fría, muchos ya no saben ni dar la mano y te alargan un brazo fofo con la mano colgando que da repelús estrechar.

Pero luego está el futbol. El futbol es una anomalía, allí la gente se desinhibe, lo vive apasionadamente, llora, sufre, chilla, se come las uñas, se tira de los pelos. Todos hemos visto un mundial, los individuos en las gradas, hombres y mujeres con la camiseta de su selección, las caras pintadas, alguno con un bombo o una trompetilla,  pocos van en familia, algunos en pareja, pero la mayoría son perfectos desconocidos. De repente su equipo marca un gol  y los ves saltar de alegría, girarse, abrazarse e incluso soltarle un pico al que tienes a lado aunque sea la primera vez que les ves en tu vida. ¿Tocarse los genitales?, se lo hemos visto a Ronaldo dirigiéndose al público, se lo hemos visto a mil jugadores y a miles de aficionados.

¿Hay que rasgarse las vestiduras por gestos espontáneos de alegría que vemos en multitud de ocasiones en multitud de encuentros en el futbol?

Entonces, ¿qué hace de este asunto un casus belli ?

Sin duda la política, se trata de una simple   cuestión política,   la misma damnificada en principio no dió importancia al asunto,  pero parece ser que tras hablar con no se sabe quién ya está dispuesta a tomar medidas. Miremos las manos de ella.¿Le está apartando?, ¿le empuja? Es un gesto espontaneo, un momento de alegría compartida, no hay ninguna connotación sexual, puede ser un gesto inapropiado pero natural en el contexto en que se hizo.

No me gusta el futbol y no se si este presidente habrá hecho una buena o una mala gestión, pero aquí hay ruido de sables, y se ha aprovechado un gesto de alegría (inapropiado o no) para intentar defenestrarlo.

JMP. Padrós (Psicólogo)

Por Antonio

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