BASURA BLANCA

El término “basura blanca”  fue acuñado por primera vez en Estados Unidos como término peyorativo  y de uso común a partir de la década de 1830,  siendo usado por los esclavistas de la clase alta de los estados del sur (blancos ricos, a menudo terratenientes aristocráticos) contra los blancos pobres que trabajaban en los campos o como sirvientes al mismo nivel que los negros.

Dicho término, que combina el componente étnico con la clase social,  puede ser perfectamente empleado en el estudio de sociedades llamadas pluriculturales o multirraciales, como el tipo de sociedad en el que se está convirtiendo la Cataluña de ahora, y básicamente se refiere a personas blancas de bajo estatus social y perspectivas de pobreza,  familias afectadas de una movilidad descendente,  personas que están en bancarota cultural que , si bien  no forman un grupo demográfico reconocido en sociología, sí que se corresponden con un grupo de personas generalmente asociado a la pobreza, y a menudo a excentricidad.

Coloquialmente son designados por su abreviatura en inglés:  PWT (Poor White Trash), en el cual «poor» significa pobre, «white» hace alusión al aspecto racial, y «trash» como cachivache o basura enfatiza la condición de marginal, en castellano lo traduciríamos por Basura Pobre Blanca.

Curiosamente el término a menudo es usado por personas blancas de clase baja para estigmatizar a otros de su misma clase considerados más atrasados de lo normal dentro de esa clase. Los «basura blanca» son percibidos como de modales brutos, con estándares morales por debajo de lo normal y carentes de comportamiento y educación culta: blasfemar, fumar, ebriedad, conducta excesivamente ruidosa en público, son ejemplos de comportamientos de la «basura blanca».

El término puede también ser aplicado a gente que habite en una vivienda decrépita, tenga una familia numerosa, carezca de instalación sanitaria interna y tenga un patio lleno de escombros o quizás un vehículo que no funcione.

En la que está catalogada como una de las mejores películas de todos los tiempos “Matar a un ruiseñor”, se describe a la familia Ewell, como la escoria blanca, como los malos a los que ningún agente del orden era capaz de sujetar en la escuela a su numerosa descendencia, ningún sanitario podía librarles de los defectos congénitos, ni de las diversas enfermedades endémicas de los ambientes sucios, eran irreformables por lo que no valía la pena el intentarlo.

En 2017, hace tan sólo cinco años, se publicó en España el libro titulado “El manifiesto redneck”, (Dirty Works), del autor norteamericano Jiam Goad, un ensayo sobre  la marginación de los blancos pobres a lo largo de la historia de Estados Unidos, los mismos que dieron la presidencia a Donald Trump y hoy en día siguen siendo objeto de un tremendo desprecio clasista por parte de las élites de Washington, de los medios de comunicación ‘progres’ y de la cultura popular manufacturada en Hollywood.

Dicho ensayo tuvo un gran éxito en España, recibiendo críticas elogiosas tanto por parte de periodistas de derechas como por parte de sociólogos de izquierda, hasta el extremo de que el propio autor manifestó que se sentía confundido por: “no tener ni idea de por qué el libro había tenido tanto éxito en España».

Podríamos haberle explicado al autor la razón de la popularidad de su libro en España si hubiese venido a nuestro país a presentarlo; le habríamos dicho que nuestra sociedad, desde unos años para acá, se va pareciendo cada vez más a la sociedad norteamericana en este aspecto.

Una intensa campaña de descrédito hacia el autor, defenderlo equivalía a que te llamaran “facha” y “supremacista blanco”, hizo que ninguna institución ni festival literario español se atreviese a invitarlo a hablar, un ejemplo innegable de la llamada «cultura de la cancelación», tristemente en boga en nuestra época.

Curiosamente, en Estados Unidos, la postura con respecto al término se ha vuelto más liviana en los últimos años, al punto que algunas personas se describen a sí mismas como «basura blanca», y hay ya un género de música rock conocido con orgullo como «white-trash rock».

Sin embargo, la frase nunca se encuentra en contextos diplomáticos.

Svetlana Petrova (Socióloga)

Por Svetlana Petrova

Socióloga