El Doctor Calhoun, si bien su especialidad era la psiquiatría, se dio a conocer con sus experimentos conductuales, básicamente con ratas y ratones, inventando el término «drenaje o hundimiento»  conductual para describir aquellos comportamientos anormales que provoca la superpoblación.

Estos experimentos implicaban la creación de unas especies de utopías con ratas noruegas, creando espacios cerrados donde a tales ratas se les dio acceso ilimitado al agua y alimentos permitiendo el crecimiento ilimitado de la población, dentro del referido espacio acotado. Experimentos que quedaron plasmados en su artículo de 1962 publicado en la revista «Scientific American», titulado “Densidad de población y patología social”.

El más conocido y completo de sus experimentos, el   que daría protagonismo internacional al concepto «drenaje conductual»,  fue el denominado «Universo 25», llevado a cabo con ratones de laboratorio entre 1968 y 1972.   Una vez más, el hábitat se diseñó para eliminar cualquier factor físico que pudiera haber limitado el crecimiento de la población o haber afectado negativamente el bienestar y la esperanza de vida de los roedores.

Calhoun diseñó una jaula para ratones y proporcionó recursos ilimitados, como agua, comida, y también protección contra los depredadores, enfermedades y el clima, se decía que los animales estaban en una «utopía o paraíso de ratones», de manera que, salvo el espacio,  nada  pudiese limitar el aumento de población. Un mundo aparentemente utópico donde los ratones tenían suficiente alimento y agua para ser felices.

Para el experimento no servía el introducir en la jaula cientos de ratones y ver que pasaba, porque de lo que se trataba era de ver cómo cambian los roles sociales y cómo el crecimiento poblacional va haciendo mella en los sujetos. La población tenía que crecer a partir de unos pocos individuos, como ocurre en la naturaleza, con la diferencia que en la naturaleza  ninguna población crece ilimitadamente, sino que es acotada  por los depredadores y los recursos disponibles;  en el estado de naturaleza las poblaciones crecen hasta que el número de individuos supera los recursos disponibles  del entorno, en ese momento aumenta la mortalidad y disminuye la natalidad de manera que se reduce la población hasta que se llegue a un punto de bonanza.

Calhoun decidió introducir tan solo ocho ratones en la jaula,  cuatro machos y cuatro hembras, que disfrutarían no solo de su mutua compañía, sino de túneles, nidos, superficies por las que trepar y tanta agua y alimento como pudieran consumir. Una utopía, un paraíso ratonil como ningún ratón había vivido antes. Los ocho no tardaron en ser docenas. Entre julio de 1968 y agosto de 1969 eran más de medio millar los ratones habitantes de Universo 25.

Para el día 560, la población alcanzó los 2.200 individuos y para el día 600 su crecimiento se detuvo por completo exhibiéndose entonces toda una variedad de comportamientos anormales frecuentemente destructivos:  los machos mostraron desinterés y, en ocasiones, conductas agresivas hacia las hembras y empezaron a montarse entre sí; por su parte  las hembras abandonaron a sus crías, o las descuidaron, o las devoraron, muy pocos ratones sobrevivieron al destete.

La población de ratones empezó a descender, pero incluso cuando su número volvió a los niveles iniciales del experimento, no se registraron nuevos nacimientos. Los ratones que aún podían reproducirse, los únicos que parecían mantenerse al margen de la barbarie y que constituían un pequeño grupo al que Calhoun llamó “los guapos” pues dedicaban el día únicamente a atusarse el pelo, comer y dormir,  y algunas hembras que se escondían en los niveles más altos de la jaula, habían perdido la capacidad social para hacerlo llegando a mostrar cambios en la orientación sexual.

La colonia entró en extinción, el último de los ratones nació en 1970, de alguna manera, los ratones se habían convertido en  incapaces de tener relaciones sociales, una especie de «primera muerte», como la definió el propio Calhoun, una muerte social que precedió a la muerte física

Universo 25, la sociedad de felices ratones, a los que no faltaba de nada, había pasado a convertirse en un infierno: el propio espacio era un recurso escaso por el que pelearse a muerte.

Este trabajo viene siendo utilizado como un modelo animal de lo que es un “derrumbamiento social”, conviertiéndose el estudio de Universo 25 en parte fundamental de la actual sociología urbana y psicología social.

El mismo Calhoun vio el destino de la población de ratones como una metáfora para el potencial destino del ser humano. Muestra el colapso social como una «muerte espiritual»: alienación, hostilidad, perversión sexual, incompetencia de los padres y violencia rabiosa que ahora encontramos en las Megalópolis.

¿Es éste el futuro que nos espera?

Por Svetlana Petrova

Socióloga