Se están produciendo episodios de un fenómeno muy grave, la violencia sexual grupal de menores de edad. Síntoma elocuente de una sociedad enferma. ¿Qué está ocurriendo?.

Los medios de comunicación social alertan sobre violaciones en grupo siendo atacantes niños, inimputables, junto a jóvenes y algún que otro adulto, acaecidas en un recreo, en un jardín urbano, en un clase de ESO, en los aseos de un centro comercial, en un edificio sucio y abandonado.

En diferentes horarios, por la mañana, por la tarde, a primera hora de la noche.

Produce escalofríos pensar en esas edades tan tempranas, en ese violenta precocidad.

Es terrorífico el silencio en el que puedan estar atrapadas las víctimas más vulnerables. Horroriza que a esa edad cometan violaciones en manada con total indolencia e incluso, en algunos casos, grabándolas y difundiéndolas, alardeando posteriormente en sus comunicaciones

Los niños tienen un acceso ilimitado en sus pantallas y mimetizan los rituales y patrones violentos de imágenes que ven, aseguran los sociólogos.

La pornografía que cada vez se consume a una edad más precoz, normaliza la violencia, apuntan los expertos.

Sin embargo, se concitan otros factores, acceso a contenido sexual en las redes a edades muy tempranas sin controles efectivos o reales, una sociedad machista, plagada de estereotipos, familias desestructuradas en el sentido de la ausencia de los padres, por motivos laborales, divorcio, separación, malos tratos, escasa o nula implicación en la educación afectiva, niños y niñas ausentes de referencias con carencias socioculturales para relacionarse, percepción distorsionada del visionado de los videojuegos repletos de violencia extrema, emulando los rituales y patrones violentos de imágenes que ven, pérdida de empatía.

Como se ha editorializado, el aumento de la violencia sexual cuestiona lafragilidad de los controles de las webs de alto contenido pornográfico.

Las imágenes de porno duro y la exposición compulsiva a ellas impactan sobre niños y adolescentes con capacidad de producir en algunos casos auténticas distorsiones.

Un contenido extremo de tipo sexual en niños y muchachos que apenas empiezan a identificar en sí mismos los deseos y las fantasías sexuales normaliza una concepción de la sexualidad y del placer denigrantes con la mujer y fundada en la humillación violenta como rito necesario.

En efecto, sin duda, incide en ese fenómeno de violaciones grupales el fácil acceso de los menores a contenidos sexuales inapropiados,  con secuencias degradantes, de gran violencia que convierten a la mujer en un objetualizada, cosificada. Esas imágenes de brutalidad vejatoria, de violación grupal impactan en los niños y adolescentes en una etapa de desarrollo muy compleja y delicada, y pueden llegar a imitar y a normalizar esas prácticas denigratorias    y la abyecta concepción de la sexualidad.

La violación grupal es el fenómeno criminal por medio del cual varios sujetos agreden sexualmente a otra persona, habitualmente una mujer, intercambiándose los papeles en tal acción.

Se trata de una cuestión jurídica cuya calificación penal dista mucho de ser pacífica y que ha llegado a producir notorias diferencias en la respuesta penológica dictada en sus pronunciamientos por los tribunales.

Los casos son muy numerosos, aunque el más conocido es el denominado como «la Manada», que dio lugar a la Sentencia dictada por el Tribunal Supremo 344/2019, con fecha 4 de julio de 2019.

El Tribunal Supremo recientemente ha proclamado que quienes se hallan presentes, y no solo los que participan de forma activa en las violaciones, no son cómplices, sino cooperadores necesarios, pues la existencia del grupo produce en la agredida un estado de intimidación ambientalante el cual la víctima adopta una actitud de sometimiento, que no de consentimiento.

En este sentido, cabe decir que en algunos casos las niñas son llevadas al lugar donde será perpetrada la acción por el muchacho, el guaperas de turno que se vale de su atractivo para ejercer de gancho, de seductor sin escrúpulos, con abyectas intenciones, confabulado con el resto de la manada para llevar a la ingenua y desprevenida víctima al lugar escogido. Sin descartar que, en algunos casos, lleguen a proporcionar a las atacadas, a sus víctimas, sustancias tóxicas que posibiliten la llamada sumisión química.

En cualquier caso, voces autorizadas, sugieren y proponen que esta cuestión debería ser abordada por el legislador y sería un momento propicio, aprovechando la reforma de la polémica Ley del sí es solo sí, que se acuñase un tipo delictivo autónomo, específico, sobre la violación grupal en aras a dispensar un tratamiento uniforme y dar seguridad jurídica a dicha problemática ,de forma que pueda anudarse a estos hechos una respuesta punitiva proporcionada a la intrínseca gravedad de la conducta.

Así, el Magistrado del TS, Sánchez Melgar, propone, la siguiente descripción, «Cuando los hechos se cometan por la actuación conjunta de dos o más personas», y para tipificar la violación grupal bastaría con añadir: «…, participen o no todas en cualquiera de los actos de acometimiento sexual, siempre que contribuyan de forma relevante a su ejecución». Y a continuación, se consignaría la penalidad imponible.

En todo caso, amén de la necesaria reforma y adecuación legislativa penal, urge educar a los niños y adolescentes en el respeto, en la sexualidad y prevenir, en la familia, en la escuela, en la sociedad.

José María Torras Coll

Profesor de derecho procesal penal de la UPF

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