El conflicto bélico de Oriente Medio ,en tensa latencia, ha estallado con la estratégica incursión de las milicias de Hamás causando un gran número de víctimas en la población judía.

Cierto es que la situación en la franja de Gaza ha sido y es inhumana, descrita como un neocampo de concentración o una prisión al aire libre con una de las mayores densidades de población del planeta en esos metros cuadrados de la discordia. Un pueblo subyugado,sumido en la desesperación ,atrapado en la desesperanza.

Ahora bien , ello en modo alguno justifica la barbarie.

Josep Borrell alude a que Israel tiene el derecho a la legítima defensa pero dentro de la legislación internacional y humanitaria. Sin embargo, extraña que no sea tajante en la enérgica condena, sin paliativos, de la miserable acción bélica, tildada como terrorismo, llevada a cabo por las sanguinarias milicias de Hamás atacando colectivamente a la población civil, a quienes no participan en la hostilidades,empleando una cruenta violencia, violando a mujeres,secuestrando, exterminando bebés. Tomando rehenes, niños, mujeres , ancianas, para usarlos como moneda de cambio o como eventuales escudos humanos.

En suma, cometiendo lo que se define ,en el derecho internacional, como crímenes de guerra.

Se afirma que la primera victoria cuando llega la guerra es la verdad. Es la batalla mediática  del relato librada entre los bandos contendientes.

En la perpetración de esa masacre subyace un sustrato ideológico radical, extremista,henchido de biliosa visceralidad de odio que se recrea irracionalmente con actos execrables, escalofriantes,que desnudan por completo la condición de la dignidad humana, aflorando la bestialidad, evocando el antisemitismo del Holocausto.

Cientos de judíos fueron “ajusticiados”,sin piedad,sin contemplaciones, por los iracundos milicianos en una vil y abyecta crueldad.

Los vídeos que circulan por las redes sociales y medios informativos,incentivados por la morbosidad, son espeluznantes.

En uno de ellos, se puede ver a uno de los atacantes que introduce en una camioneta a una indefensa joven secuestrada que se halla aterrorizada y ensangrentada ,maniatada y con los pies descalzos. Llama poderosamente la atención la gran mancha de sangre en la parte trasera del pantalón. Ello ha dado pie a que la joven podría haber sido víctima de una violación grupal anal. Habría sufrido una práctica sexual aberrante extrema, el Taharrush,término árabe que puede traducirse como “acoso colectivo”.

Quienes tratan con laxitud, frivolidad o intentan blanquear tales aberraciones teocráticas flaco favor hacen en pos de la cordura,en defensa de las mujeres,de los niños, bebés y personas vulnerables. Asusta pensar que alguien ,en su sano juicio, nublado por la ideología de desecho,y, etiquetándose de progresista, pueda respaldar semejantes atrocidades y no las condene ,sin vacilación, con decisión y contundencia.

José María Torras Coll

Sabadell

Deja un comentario