Mientras el sector turístico toma velocidad de crucero, cerrando el año 2023 con un ejercicio histórico, con cifras récord de visitantes que han superado las alcanzadas en 2019, antes de la crisis del Covid,  consolidándose como la principal industria de nuestro país, no cabe ser triunfalista respecto a la tasa de desempleo que es aún la más alta de la Unión Europea. Es el doble que la media de la UE y es la mayor tasa de paro juvenil del bloque europeo,  con un 28%.

La realidad del mercado laboral español no es, pues, la que, de forma entusiástica, proclama la Ministra de Trabajo.

El paro y la afiliación se deterioran.

En realidad, el empleo no se crea, sino que se reparte y los contratos descienden.

Cierto es que el paro baja y que la afiliación sube, pero la tendencia es de un claro empeoramiento del mercado laboral que sólo se sostiene por la estacionalidad y los artificios estadísticos legales derivados de la obligación de convertir los contratos temporales en fijos discontinuos que distorsionan las cifras y eliminan decenas de miles de parados del registro de desempleo, al no contabilizare como parados los temporales convertidos en fijos discontinuos. Es decir, trabajadores que, en realidad, permanecen inactivos. Y esa es, precisamente, la modalidad de contratación más extendida desde la vigencia de la última reforma laboral.

A ese artificio se añadirá, a partir de este mes de enero, otro camuflaje distorsionador; a saber, la obligatoria afiliación a la Seguridad Social de los becarios que cotizarán, cobren o no cobren, lo que incrementará, de manera ficticia, el número de afiliados, pues en realidad no se estará generando empleo.

Como afirman los expertos en economía, subyace un intenso deterioro de la actividad económica y del empleo que genera una difícil situación estructural de la economía y del mercado laboral españoles.

No debe efectuarse un análisis interesado, eufórico, lanzando las campana al vuelo, sustentándolo en el espejismo de una tasa de desempleo reducida cuando varias Comunidades Autonómicas incluso registran un retroceso.

Sin ser tildado de derrotista, agorero o pesimista, -como agudamente escribió Mario Benedetti- sino más bien siendo un optimista bien informado, lo cierto es que la situación actual revela más bien una preocupante pérdida gradual de dinamismo en la ocupación laboral.

El desbordante optimismo de la Vicepresidenta Segunda no se corresponde, pues, con la tozuda realidad de la efectiva contratación que eclipsa una pregonada jubilosa tasa de paro más baja desde el año 2007.

José María Torras Coll

Sabadell

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