Rafael Nadal Parera es leyenda viva del tenis.

Un deportista ejemplar, modélico. Un tenista de élite con un comportamiento intachable. Siempre atento con los medios de comunicación, solícito con el personal en las pistas de tenis, respetuoso y generoso.

Atesora valores que escasean en la competición.

Resulta difícil de entender qué necesidad le ha llevado a aceptar ser “embajador” del tenis en Arabía Saudí.

¿Habrá consultado a sus asesores y, en particular, al de imagen y reputación?

Un reclamo ideal para blanquear un estado que asfixia la libertad de expresión, que hostiga la homosexualidad, que llega a apedrear a las mujeres por no llevar puesto el hiyab en público, que aplica la pena de muerte, donde no se respetan los derechos humanos. Una dictadura teocrática.

Rafa alude al crecimiento y progreso de Arabía Saudí que afirma le entusiasman, donde el manacorí tiene proyectado abrir una nueva sede de la academia de tenis y se presta a la estrategia de blanquear un régimen autoritario.

Arabia Saudí tiene el dinero por castigo y lo compra todo, incluso a uno de los que más admiramos.

Los principios, la dignidad y la honra no deben mercantilizarse.

Pero, lamentablemente, ya lo decía Francisco de Quevedo, ”Poderoso caballero es Don Dinero”.

¿Por qué exponerse a poner en vilo su extraordinaria reputación?

Rectificar es de sabios.

No vayas, Rafa.

José María Torras Coll

Sabadell

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