¿Quién mueve los hilos?

Cayo Largo es una película mítica de cine negro de 1948, naturalmente rodada en blanco y negro. Es su director el gran John Huston y  el reparto de actores es de lujo: un impecable Humphey Bogart, una joven y bellísima Lauren Bacall, y un magistral Eduard G. Robinson en el papel ganster. La acción se desarrolla en un hotel en Cayo Largo, en La Florida, durante una tormenta, donde los gansters mantienen temporalmente retenidos al resto de personajes, lo que contribuye a dar a la película cierto ambiente claustrofóbico.

El film ha envejecido poco a pesar de los 75 años transcurridos y parte de la temática es de suma actualidad.

La escena  y argumento más digno de mención dura escasamente cinco minutos: El jefe de los gansters, Eduard G. Robinson, “ROCCO” en la película, después de haber pasado horas en una bañera combatiendo el sofocante calor de Florida, ordena a uno de sus lugartenientes que le afeite, mientras se fuma un puro.

Afeitado a navaja, puro habano incluido, que en 1987, sería calcado en “Los Intocables de Elliot Ness”, de Briam de Palma, con un reparto también de lujo, encarnando aquí, Robert de Niro, el papel de ganster, concretamente Al Capole. En ambas  películas el monólogo de ambos gánsters varía poco, tratan de lo mismo, trata de quien pone y quita a los políticos, de quien mueve los hilos.

El film de 1987 con Kevin Costner en el papel Elliot Ness es bueno, pero en absoluto llega a la calidad y  profundidad de los diálogos del Film de 1948, por ello dejaré la corrupción de Chicago años 20, y me centraré en esos minutos inmejorables que dura el afeitado a navaja del ganster Rocco en Cayo Largo, en los años 40.

Se queja Rocco de que se haya abolido la Ley Seca, echa la culpa a las bandas, a sus luchas internas, demasiada violencia que hizo saltar las noticias a los periódicos, el público se asustó y se asustaron los políticos que acabaron derogando la prohibición y declarándole a él «extranjero indeseable» siendo deportado del país.

Es aquí donde Rocco pasando de la descripción a la indignación vocifera encolerizado:

-¿Extranjero indeseable yo?

-Tras 30 años en el país.

-¡Yo, extranjero indeseable!

-¡Yo, que los hice a todos ellos!

-¡Sí, yo, yo los hice!

-Yo los hice igual que un sastre hace un traje a medida.

-Coges un don nadie, lo vistes adecuadamente, le pagas la campaña, le enseñas lo que tiene que decir,  haces que salga en el noticiario una y otra vez hasta que el público lo conozca, haces que “los muchachos” lleven a la gente a votar y por último se recuentan lo votos una y otra vez hasta que sale lo que tiene que salir  y ya lo tienes, ya tienes al hombre.

Luego, algo más calmado repite:

-Si, yo los hice a los políticos y los volveré a hacer.

-Si, volverán los buenos tiempos, volverá la prohibición.

Es curioso, pero estas palabras de Rocco, son de una actualidad palpitante, tras una crisis financiera internacional aparecieron en la política de nuestro país un sinfín de individuos sin pasado relevante, con un currículum profesional prácticamente nulo, gentes que en su vida habían dado un palo al agua, auténticos don nadie a los que alguien los había cogido,  los había  vestido adecuadamente, les había pagado la campaña y les había enseñado a decir lo que tenían que decir, luego los llevaron repetidamente a la televisión para que el público  los conociera y se quedara con sus caras, y por último se llevó a la gente a votar una y otra vez hasta que por fin salió lo que tenía que salir.

Efectivamente Rocco tenía razón, alguien los hace, alguien los hace igual que un sastre hace un traje a medida.

Por Antonio